miércoles, 21 de marzo de 2018

Cuaderno sentimental de navegación y astrología náutica






                                              I

                            ROSA DE LOS VIENTOS















 









                                                                                   



                                        El mar del corazón late despacio.
                                                J.R. JIMÉNEZ



                                                      Mar adentro, corazón:
                                                      en el agua de tu amor.
                                                  Macedonio LUNA




























Cuando queden lejanos
los adioses esdrújulos
en puertos amatorios,
estibaje de besos
y tifones de abrazos,
tu nombre de oleaje
cabrillee en mi casco
y tú, Rosa de los Vientos,
enarboles mi vista
hacia un cielo más cálido.
Sobre mares arábigos
donde mi corazón
que por ti sueña
islas, playas, escalas
en el fondo del mar,
navegando naufrague
perdido en tu calígine.
Cuando mejore el tiempo
y aminore esta distancia
-polizón en tu talle-
cantaré, sobre el puente
mayor de tu hermosura,
una canción pirata
con ronca voz de amante,
borracho de beberme
el ron que hay en tus ojos.
Y entonces, siempre entonces,
transexuado el tiempo
travestido el espacio,
pleamar en mis venas,
seremos por desnudas
estelas de la piel
tú marinero y yo nave.










Si tú pudieras verte
como te veo yo:
como una alta ola
de exaltado color.
Si pudieras venir
hasta mi corazón,
a instalarte un instante
con ligero temblor;
un segundo, una pausa
de tu respiración
anhelante, turgente.
E incendiada de sol
me entregaras las tardes
que pierdes con candor
sobre la luna fría
de los escaparates,
sobre las avenidas
donde envuelves el aire
como inmensa fragata
que provoca desastres,
desplegando tu pelo
de áurico velamen.
Si pudieras sentir
el vértigo, mi amor,
de mis manos sedientas
sobre tu piel en flor,
húmeda y asustada.
Y el vuelo abrasador
de mis labios alados
sobre tu condición
de adrizada clivia
y lirio de pasión.



Si con un simple verso
de enconada emoción
pudiera convencerte
para mi vocación
de apacible ensenada
donde amarre tu voz.



Si tú pudieras, tú,
rumbo fijo, constante,
catamarán azul,
a tu puerto llevarme
y hundirme allí,
para que no supiera
desanclarme de ti.
Si pudieras al fin...




























En tus supuestos besos
que ya no dejan huella,
porque fueron soñados
con fiebre de tabernas,
he tatuado un mensaje
hecho de gálbano y menta.
En tus presuntas palabras
un cargamento de especias:
eneldo, pimienta, sal,
azafrán, clavo y canela.
Tratante que soy del tráfico
de tu carga de belleza.
En tus probables caricias
marcadoras de la estela
que la quilla de tus manos,
como dulce carabela,
va dibujando a deshoras
sobre la piel traicionera,
una carta mercatoria
que descifra las mareas.
En tus fondos submarinos
he rastreado una estrella
que me entrega tu oscura
secuencia de enredadera.
Desde todos los estanques
donde fluye tu presencia,
tus miradas hipotéticas
narcotizan mi querencia.
Inocente navegante
de tus mares de azucena,
insospechado, suspecto
amante de tu sirena.









Lanzas al aire gestos
indicios luminarios,
guardas claves ocultas
del tiempo entusiasmado:
balizas rojas tus labios
en la boya atardecida
de mi rumbo solitario,
y tu boca ardiente faro
que convoca mi temor
hacia ese mar azulado
de tus besos congelados,
humedecidos y tiernos.
Cauteloso corsario
contrabandista esquilmado
del juego que en ti atesoras:
mi afortunado extravío
y el agridulce naufragio.
En la línea marinera
junto a los acantilados
del sublime formulario
de tu hermosura de roca:
mi arboladura sin palos
y mi velamen rajado
sin tiempo de componerlo,
hacia el desastre sagrado
de tu amor abecedario
acuoso del universo.













De tu voz yo recuerdo
la amaneciente risa
con que venía el domingo,
su anagrama de luz
enarbolado al día,
su cisne de agua fresca;
la convicción secreta
de estrechar la alegría.
Sus velas alborotadas
como albas gaviotas
sobre azules colinas,
sobre paseos marítimos
por donde venía tu nombre
y se me iba la vida
tras tus ahilados pasos.
Y el temblor de tu simple
presencia detenida
sobre los escaparates;
en los andamios del aire
donde andabas infinita.
De tus palabras sencillas
recuerdo la liviana
arquitectura de su eco,
la inmarcesible utopía
por impregnar el mundo
de sonidos diáfanos.
Su navegar de bolina 
ceñidas al contratiempo
del fondo del corazón,
y el amor con que vivían.










Desde el nido pequeño
donde duermen tus besos.
En el lecho liviano
que desnuda tu cuerpo
sudoroso entre sábanas.
Sobre el tálamo alado
que es sudario de amor,
ardorosa goleta,
soñaré la emoción
de corsario sonámbulo
tras de tu corazón.
Mientras miles de peces
buscan con desazón
la fragancia amorosa
de tu ropa interior
y el calor que derrama
-lene transpiración-
deslizante tu espalda
(mágico tobogán).
En tus piernas dormitan
ángeles de coral
y rosas de los huertos
que hay en el fondo del mar.
Y tu cálido aliento
es vaharada de almíbar,
y tu tórrido sueño
calentura que excita
como cuento nocturno.
Ígnea estrella encendida,
atrayente sirena
que sumerge mi vida
en calientes y húmedas
pesadillas de niña.









Acuario de mi amor
no tengas prisa
en desnudar la flor
de tu sonrisa.
Déjame, a tientas,
enfrentarme al color
de tus madréporas.
Liviano nadador
de aguas túmidas
y tropical calor,
cuánto quisiera
ser pez en tu saliva,
ser alga envuelta
en la argéntica escama
de tu sirena.
Sirenita mojada
por las espumas
de una isla lejana
de grises dunas,
donde los días fueran
como azules tortugas
que caminan por las arenas
de nuestro amor en fuga.









































II

ROSA NAUTICA
































                        Vengo a verte pasar todos los días,
                        vaporcito encantado siempre lejos.
                                        César VALLEJO

































Yo busco, aventurero,
el mapa del tesoro
que es tu cuerpo y que adoro.
Tu cuerpo que es un cofre
de fondo submarino
y que guarda, celoso,
un codiciado alijo
de perlas de cristal.
Y hacia él me dirijo
por un golpe de mar,
navegante perdido
en ocasos de sal.
Remero en la galera
de tu vientre, simiente
de los vientos azules
de tu Rosa de Oriente.












                    









¿Podría ser yo acaso
el sueño de tu pelo,
las jarcias que te aguantan
en tu intenso destello
y el mar que te procura
tu desnudez de viento?
¿Podría ser yo esa lumbre
que arde en mil momentos
sobre tus ojos capitanes,
o el calor que prende lento
sobre la piel amable
de tu velamen enhiesto?
Si pudiera ser tuyo
como nadie en el mundo
y llevarme, arbolado,
gallardete en tu cofia.
Si pudiera ser tuyo
como el tiempo presente:
yo que puedo vivir
del aire que respiras
de la luz que proteges,
del cielo que te cubre.



















En el círculo mágico
de la pálida luna
bailan naves oscuras
y entre ellas tú:
sombra a sombra jugando
indecible al amor.
Entre besos umbríos
por la esfera del agua
donde vuelan las velas
negras de tus pestañas.
En el círculo ártico
de la Osa Mayor,
tu silueta de nao
inventa una canción:
una canción pirata
contra mi corazón.

























Voy siguiendo la estrella
de santa Catalina
hasta encontrar tu estela
en la noche, perdido.
Navecita de plata
con tus velas doradas:
¡qué pronto se fue al fondo
el ancla de tu amor!
Barquichuelo bordado
sobre mi corazón,
navegante impelido
hacia el mar de pasión:
¡qué poco nos duraron
los besos a babor!
A bordadas cruzamos
el juego alentador
que juntó nuestras bocas
junto al palo mayor,
como pájaros ciegos
que intuyen la emoción
del acuático vuelo,
del viaje planeador.



















Tan hermoso es mirar
a través de las curvas
donde van tus caricias.
Tan amable es andar
por la noche oscura
de tus brujas pupilas.
Tan feliz despertar
tus palabras de espuma,
en mis besos, dormidas.
Tan bonito estimar
la demora que anuncia
el cristal de tu risa.
Tan dichoso encallar
en el banco de luna
que me dan tus mejillas.
Tan afable bañar
mi lengua en la penumbra
de tu mar de saliva.























En avances de extrañas
separatas,
en poblaciones con más
de cien mil idiomas,
embriagado en las playas
solitarias,
me llega aquel tu aroma
tardío a bergamota.
Y la lluvia en tu cara
dibujada,
y tus besos, en la borda,
zurcidos a mi persona
mientras tus ojos me llaman.
Arribada
cuando la luz aminora
y se estrecha la demora
de la insospechada calma
dilatada,
y tus palabras evocan
desde el viento de la rosa
la aventura naufragada,
cincelada
en caricias que atesoran
tu emoción de zarzamora.
































III

ROSA DE LOS RUMBOS




























                            



Solito mi vida, huyendo
                             de tu corazón pirata.
                               Rafael ALBERTI
                                             
                                            
                                      
                         Vamos al corazón por el misterio,
trémulos, sin hablar, todos a proa,
      en una inmensa ansia.
                              Juan Ramón JIMENEZ






































         I
Y se me rompe hasta el alma
de tanto como te quiero
y tú sin quererme nada
y yo te sigo queriendo.

          II
Me gusta ponerme calcetines
cuando voy contigo al cine.
Y cuando hago el amor
con paciencia y corazón.

         III
No me deja la niebla
ver tu perfil de isla,
y no me deja ver
la luz de tu sonrisa.

          IV
A diario naufrago
afligido y sin saber:
cuántas veces te he querido,
cuántas te voy a perder.

          V
Después de quererte tanto
mi corazón anda ciego
y no volverá a querer
si no es a tientas primero.

          VI
Maleficio de amores,
mar sin templanza,
Donde duermen las flores
patrulla el ansia.





         VII
Tu sonrisa de isla
no deja huella.
Tus labios apretados
me la secuestran.

        VIII
Te quiero porque te quiero
que eso es cosa sólo mía.
Y en el placer de quererte
anda toda mi alegría.

          IX
Tus labios en mi boca
se cierran dulcemente.
Y quisiera ser tuyo
más que el tiempo presente.

          X
Una noche de juerga
un ambiente de alcohol
unas ganas inmensas.
Y ocurrió...qué ocurrió.



         XI
Vivir no significa nada:
mátame tú que puedes.
Hiéreme con el pronto
mortal que tu cariño tiene.

         XII
Yo no quiero tocarte
para que no te rompas
porque eres igualita
que el cristal de las pompas.

 

       XIII
Son tus ojos dos cuentos
que en la noche me narran
aventuras marinas
que despuntan al alba.

         XIV
Cómo quieres que olvide
si son tan dulces tus besos
como la luz que despiden
los ángeles en el cielo.

          XV
Capitán de tus ojos
y tu deseo acuoso.
Teniente del navío
por quien yo me extravío.



         XVI
Tu corazón de niña
   cambió de forma
antes era gacela
   ahora leona.
   Qué gran misterio
con el tiempo el amor
   se vuelve fiero.

        XVII
Antes tú me decías,
   con claro acento,
que sin mí no vivías
   más de un momento.
   En cambio ahora
que me muero por verte
   vives a solas.

 



    
 XVIII
Cuando quiero decirte
   cuánto te quiero
en las paredes pongo
   letras de fuego.
   Luego te enfadas
y me pides que escriba
   con letra clara.

         XIX
Anoche vine a verte
   y tú no estabas.
Cuando voy tras de ti
   nunca te aclaras.
   Y yo sospecho
que más que amor lo tuyo
   sólo es despecho.



          XX
Tú rielas en la mar
   y yo navego
al compás de tu luz
   que es mi consuelo.
   Marinerita,
bogaré por tu amor
   toda la vida.

         XXI
Tú me querías
porque te daba besos
por alegrías.
Y aún me quieres,
pero ya no te doy
lo que más sientes.







         XXII
Déjame que te beba
despacio, a pequeños
sorbitos de tus ojos
borrachos, a livianos
momentos de tus besos
marcados sobre el mar.

        XXIII
Voy hacia ti
por los átomos rotos
que el aire empuja.
Vienes a mí
por la propagación
que la luz duda.




         XXIV
Vivo frente a la muerte
de tus ojos de muerte.
Pongo frente a tu tiempo
mi poquito de tiempo.
Contra tu corazón
tengo mi corazón.
Pero frente al abismo
de tu amor cataclismo,
sólo tengo mi amor.
 
       XXV
Por qué te quiero,
amor,
¿por qué te quiero?
Si no quiero quererte,
amor,
si yo no quiero.
Porque para quererte,
amor,
no basta el cielo.

      

       XXVI
Sobre todo: te quiero.
Lenta estrella del cielo.
Delicada flor nueva.
Luna pálida y llena.

Sobre todo: te espero.
Para que surja luego
una especie de aurora
en un reloj sin horas.






         XXVII
Marinerita, mi amor,
navegando con tu flor
abierta de par en par.

Marinerita: ¡a la mar!
Que mi barca no navega
si no es por tu blanca vela.    


       







































IV

ROSA ASTRAL





























                           gracias por la rosa del mundo.
                                  Luis CERNUDA


               Navego por gaviotas que sucumben a miles
               y por islas de vidrio que se apartan a nado.
                                      Martín ADAN










                         





















          1


Rosa, rosa, rosa, rosa,
tú la rosa y tú la espina
de la verdadera rosa
que en mi corazón camina.

          2
Nombre, clave, ala, rosa;
pétalo del corazón.
Lluvia sobre tantas rosas
que son rosas sin amor.

          3
Clave de sol amorosa
para cantar melodías:
todas las rosas son mías.
¡Yo soy de todas las rosas!

          4
Rosa de la teoría,
niña rosa del deseo,
rosa azul de poesía.
Viva rosa del ‘tequiero’.

          5
Ebria flor de casamiento:
boda de rosas. Tu tálamo
nido de amor consagrado.
Rosa desnuda en mi lecho.

          6


¡Oh!  la rosa sin su rosa.
Sóla rosa solitaria,
sólo tú la libertaria
sola rosa de tu rosa.




          7
Rosa andrógina que usó
atanor de lumbre eterna
sal y azufre en el crisol:
pura rosa de belleza.

          8
Rosa mis ocho rumbos
de marear la alborada.
Rosa mal acostumbrada
a mi navegar profundo.

          9
Rosa extraña que examinas
con tu claridad divina
el sentido de las cosas.
Rosa de todas las rosas.

          10
Rosa cósmica aspirada,
rosa henchida de alegría,
rosa pálida anhelada.
Rosa de melancolía.

          11


Tú, rosa, la malquerida.
La que nunca fuiste rosa
porque no te dio la vida
galardón de ser hermosa.

          12
Tú la rosa concluyente,
flor definitiva, hermosa.
Rosa terminal que otorga
último canto silente.





        
            13
Tú, crepuscularia rosa:
tú eres la soñada rosa
en el sueño de la rosa.
Tú, la despertina rosa.

          14
Tú la rosa que adivina
el sentido de las rosas,
tú la rosa que asesina
el sublime amor de rosas.

          15
Tú la rosa inadvertida.
Tú la primorosa rosa.
Tú la rosa arrepentida
porque nunca fueras rosa.

         16


Tu labio una rosa enfriada.
Tu lengua una rosa yerta.
Tu boca una rosa helada:
¡Tu beso una rosa muerta!

          17
Rosa acrónima en mi vida,
tú, la rosa más sentida.
Reina rosa en la canción:
rosa sol bemol de amor.

          18
Rosa mística en la aurora
rosa de luz en el día
rosa de azul melodía
rosa de tu misma rosa.





          19
Eres la rosa tatuada
sobre la piel constelada
de la noche que figura
luna plena de hermosura.

          20
La rosa publicitada
en los anuncios del día.
La rosa de las mil caras
que vende su ingeniería.

          21


Rosa del sí cristalino
rosa del no contristado
rosa del pero ambarino
rosa del quizás frustrado.




Cuaderno de Sentimental Navegación y Astrología Náutica


Francisco M. Ortega Palomares




Cuaderno sentimental de navegación y astrología náutica

                                               I                             ROSA DE LOS VIENTOS ...